Motivación en el Proceso


TEORÍAS DE LA MOTIVACIÓN CENTRADAS EN EL PROCESO.


Las teorías centradas en el proceso dirigen su atención al estudio de las principales variables que permiten explicar el esfuerzo, la dirección y el cambio de comportamiento. Mitchell, en una revisión de la literatura sobre motivación en el contexto organizacional señala que excepto en unas pocas excepciones el grueso de la literatura sobre motivación se ocupa de problemas relacionados con el proceso. La obra de Maslow (1954) sobre la jerarquía de necesidades, el modelo ERC de Alderfer (1972) y el modelo de 2 factores de Herzberg y cols. (1959) han estado ausentes en la investigación reciente.



Teorías que dominaron el campo en la década de los 50 y los 60. Cambio que ha ocurrido también en otras áreas de la psicología.



Las teorías centradas en el proceso arrancan de una tradición experimental cuyos orígenes están en la obra de Thorndike, Hull, Tolman o Lewin. Gran parte insisten en las dimensiones cognitivas de los aspectos motivacionales al hacer referencia a las expectativas, los valores, las intenciones o las atribuciones que realizan los sujetos sobre sí mismos o sobre otros; autores que han ejercido una influencia más directa han sido Tolman (1932) y Lewin (1938) afirman que los individuos tienen expectativas cognitivas relativas a los resultados que probablemente ocurrirán como consecuencia de sus comportamientos. La obra de Festinger (1957) al formular la teoría de la disonancia cognitiva ha desempeñado un papel central en las aproximaciones basadas en la teoría de la equidad.



La obra de Skinner es básica en la aproximación al estudio del proceso motivacional a partir del condicionamiento operante. En lugar de insistir en la importancia de los aspectos psicológicos cognitivos al explicar los determinantes del esfuerzo, señala que los determinantes relevantes son más ambientales que internos al propio organismo



Teoría del reforzamiento de Skinner



La teoría de reforzamiento de B.F. Skinner sostiene que para la motivación de los empleados no es necesario ni entender sus necesidades, como proponen las teorías del contenido de la motivación, ni tampoco entender las razones por las cuales los empleados eligen satisfacerlas, tal como proponen las teorías del proceso de la motivación.



En cambio, Skinner propone que el administrador solo necesita entender la relación entre las conductas y sus consecuencias para poder crear condiciones de trabajo que alienten las conductas deseables y desalientes las indeseables. El comportamiento se aprende mediante sus consecuencias positivas o negativas.



Tipos de reforzamiento:



Positivo – por medio de elogios a las mejoras y conductas que se desea alentar.



Negativo o evitación – establecimiento de reglas que el empleado busca cumplir para evitar una reprimenda.



Extinción – se elimina el reforzamiento positivo, es decir, el empleado pierde un beneficio y elogio por buen resultado o conducta



Castigo – el comportamiento indeseado genera una consecuencia como acción disciplinaria, advertencia formal al empleado, multa o despido.



TEORÍA DEL ESTABLECIMIENTO DE METAS U OBJETIVOS: LOCKE (1968).



Locke (1968) reconoce un papel motivacional central a las intenciones de los sujetos al realizar una tarea. Son los objetivos o metas que los sujetos persiguen con la realización de la tarea los que determinarán el nivel de esfuerzo que emplearán en su ejecución. El modelo trata de explicar los efectos de esos objetivos sobre el rendimiento.



Los objetivos son los que determinan la dirección del comportamiento del sujeto y contribuyen a la función energitizante del esfuerzo. Los cambios en los valores de los incentivos pueden sólo afectar a su comportamiento en la medida en que vayan asociados a los cambios de objetivos. La satisfacción de los individuos con su rendimiento estará en función del grado de consecución de los objetivos permitido por ese rendimiento.



La teoría del establecimiento de metas u objetivos supone que las intenciones de trabajar para conseguir un determinado objetivo es la primera fuerza motivadora del esfuerzo laboral y determina el esfuerzo desarrollado para la realización de tareas. La investigación a partir del modelo ha permitido formular conclusiones relevantes para la motivación del comportamiento en el contexto organizacional.



El establecimiento formal de objetivos aumenta el nivel de ejecución en relación con las situaciones en las que no se ofrecen objetivos claros, cuanto más específicos son esos objetivos más eficaces resultan para motivar el comportamiento. Son poco adecuados los objetivos de tipo general.



Otro factor contribuye a la eficacia y al rendimiento es la participación de los trabajadores, que han de efectuar las tareas, en el establecimiento de los objetivos que se han de alcanzar. Participación que incrementa la calidad y la cantidad del rendimiento.



Los resultados de diversas identificaciones señalan, además, que los objetivos difíciles si son aceptados por el sujeto que ha de trabajar para conseguirlos conducen a mejores resultados de ejecución que los objetivos más fáciles. Se cumple incluso en los casos en que los objetivos establecidos son tan altos que nadie logra alcanzarlos plenamente.



Los efectos de las recompensas parecen estar mediados por cambios en los propios objetivos, lo mismo ocurre con otros factores como el conocimiento de los resultados o las influencias y presiones sociales.



Cuando incentivos como el dinero o el conocimiento de los resultados, cambian la actuación, también cambian los objetivos y las intenciones, pero cuando se controlan las diferencias de intención, los incentivos no tienen ningún efecto.



Otros autores señalan que los incentivos, especialmente los económicos y el conocimiento de los resultados, puede tener efectos motivadores independientes sobre la ejecución. La investigación sobre el establecimiento de las metas como factor motivacional del comportamiento laboral intenta determinar aspectos del proceso por el que se llega a establecer esos motivos y llegan a ser aceptados por el sujeto. Yukl y Latham (1978) señalan la importancia de una serie de variables moderadores que intervienen en el proceso. Entre ellas:



El grado de participación



Las diferencias individuales,



La dificultad de los objetivos,



La instrumentalidad.



Es necesario para mayor conocimiento del proceso de establecimiento de metas, expectativas e intenciones para determinar sus efectos motivacionales sobre el comportamiento humano.



La motivación intrínseca y la motivación extrínseca



A la hora de analizar las motivaciones que nos guían en nuestra vida diaria, podemos encontrarnos con dos tipos de las mismas: motivaciones intrínsecas y motivaciones extrínsecas. En la vida práctica es difícil discernir con claridad si sólo nos encontramos ante una motivación intrínseca o extrínseca, ya que habitualmente se ven entremezcladas; podemos sentir un claro interés personal intrínseco y a la vez nuestra conducta se puede ver reforzada por valores extrínsecos. Vamos a analizar ambos tipos de motivaciones:



La motivación intrínseca: de manera sencilla se ha definido como la conducta que se lleva a cabo de manera frecuente y sin ningún tipo de contingencia externa. El propio incentivo es la realización de la conducta en sí misma, los motivos que conducen a la activación de este patrón conductual son inherentes a nuestra persona. Por ejemplo: cuando ponemos en práctica un hobby, cuando realizamos una actividad por el hecho de superarnos a nosotras mismas.



La motivación extrínseca: son aquellas actividades en las cuales los motivos que impulsan la acción son ajenos a la misma, es decir, están determinados por las contingencias externas. Esto se refiere a incentivos o reforzadores negativos o positivos externos al propio sujeto y actividad. Por ejemplo: satisfacer expectativas en el trabajo, el propio salario del trabajo, cuando hacemos algo a cambio de un bien material etc.

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